De los 16 partidos de la jornada, era el que más preocupación despertaba en su organización. El clásico de Porto Alegre, entre Grêmio e Internacional, encendió las alertas por lo que hubiera podido pasar en las tribunas y afueras del estadio. Sin embargo, el hilo se rompió por el lado menos pensado: los jugadores. Una increíble batalla campal dejó el partido con OCHO expulsados, cuatro por lado.

El encuentro iba 0-0, no se habían hecho daño en todo el partido y el reloj marcaba ya los últimos minutos del segundo tiempo. Una inofensiva jugada por derecha de Pepê terminó en una falta de Moisés. Los ánimos ya estaban caldeados, los roces se venían dando desde los primeros minutos del partido y ambos encendieron la mecha. Reclamos, gritos, agarradas de cuello y luego el caos general.

Fernando Rapallini, árbitro encargado de impartir justicia durante el encuentro, nada podía hacer para aplacar la ira de los jugadores de ambos equipos. Él, junto a sus asistentes, no hicieron más que alejarse y ver todo desde una perspectiva que les permita analizar quiénes fueron los principales protagonistas de esta batalla campal.

Claro, Paolo Guerrero como uno de los referentes de Inter, intentó mediar para calmar los ánimos, algo que recién llegaría a los tres minutos. Rapallini mostró las primeras cuatro tarjetas rojas, dos por lado, y cuando todo parecía volver a la calma, nuevamente comenzarían los golpes, las patadas y esta vez con mucha mayor intensidad. Finalmente, y luego de once minutos, la situación se calmó con tres jugadores de cancha y un suplente expulsados en ambos equipos.

FUENTE: FOX Sports